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Panorama de las tasas de interés en México para el 2025


La reciente bajada de tasas de interés por parte de Banxico marca un punto de inflexión en la política monetaria de nuestro país, siguiendo una tendencia que se comienza a observar en diversas economías del mundo. Este movimiento, aunque esperado por muchos analistas, no deja de ser relevante en el panorama financiero mexicano, especialmente para quienes buscan optimizar sus estrategias de inversión en este cambiante entorno económico.


Durante casi tres años, México mantuvo tasas de interés en niveles históricamente altos, alcanzando hasta 11.25% como respuesta a la inflación post-pandemia. Esta (supuesta) política restrictiva cumplió su objetivo de contener el alza generalizada de precios, pero también significó un freno para diversos sectores de la economía que dependen del crédito para su desarrollo y crecimiento. Como comentaba Agustín Carstens, ex gobernador de Banxico: "Las tasas de interés son como medicamentos, en la dosis correcta curan, pero en exceso pueden causar efectos secundarios indeseados en la economía real".


¿Qué nos dice sobre una economía la bajada de tasas de interés?


Cuando un banco central decide bajar las tasas de interés, comunica varios mensajes importantes sobre el estado de la economía. El primero y más evidente es que las autoridades monetarias consideran que la inflación se encuentra bajo control o, al menos, en una trayectoria descendente que permite flexibilización monetaria. Es un signo de confianza en la estabilidad de precios a mediano plazo.


En segundo lugar, una bajada de tasas refleja la intención de estimular la actividad económica. Las tasas más bajas facilitan el acceso al crédito tanto para empresas como para consumidores, lo que idealmente debería traducirse en mayor inversión, consumo y, eventualmente, crecimiento económico. Es un reconocimiento implícito de que la economía necesita un impulso adicional para mantener o acelerar su ritmo de expansión.


Pero no es tan simple, esta medida también puede interpretarse como una señal de preocupación sobre la salud económica del país. En algunas ocasiones, los bancos centrales recurren a esta herramienta cuando perciben señales de desaceleración o riesgos de recesión que requieren una intervención preventiva. México no es ajeno a esta realidad; enfrentamos desafíos importantes en términos de crecimiento, especialmente en comparación con otras economías emergentes.


En mi experiencia asesorando a inversionistas, he notado que muchos interpretan erróneamente las bajadas de tasas como señales inequívocamente positivas, cuando en realidad son más bien una medida que busca contrarrestar una debilidad percibida. El actual ciclo de bajadas coincide con señales de debilitamiento en ectores clave de nuestra economía y una desaceleración global que inevitablemente nos afecta, ¿Cómo vieron la expectativa de crecimiento en 2025?


Los cambios en las tasas de interés son cíclicos en las economías


La historia económica nos muestra que los movimientos en las tasas de interés siguen patrones cíclicos que responden a las necesidades cambiantes de las economías. Ninguna política monetaria, ya sea restrictiva o expansiva, puede mantenerse indefinidamente sin generar desequilibrios en el sistema económico.


Durante periodos de crecimiento acelerado, los bancos centrales suelen aumentar las tasas para prevenir sobrecalentamientos e inflación excesiva. En contraste, cuando la economía pierde dinamismo, las tasas bajan para reactivar los motores del crecimiento. Este ciclo se repite constantemente, aunque con duraciones variables y características específicas para cada época.


Analicemos el ciclo anterior, cuando después de la crisis financiera global de 2008, entramos en un periodo prolongado de tasas históricamente bajas que duró aproximadamente una década. Muchos inversionistas se acostumbraron a ese entorno y cuando comenzó el ciclo de alzas en 2021, se vieron sorprendidos y mal preparados. Ahora estamos viendo el inicio de un nuevo ciclo bajista, y es importante aprender de la historia para posicionarnos adecuadamente.


Como señala Guillermo Ortiz, otro ex gobernador de Banxico: "Los ciclos monetarios son inevitables, lo importante es reconocerlos a tiempo y adaptarse a ellos, en lugar de luchar contra ellos". Esta otra perspectiva es particularmente valiosa para inversionistas que a menudo resisten el cambio y se aferran a estrategias que funcionaron en ciclos anteriores.


¿Qué significa esto para los inversionistas?


Para quienes hemos dedicado tiempo a construir portafolios de inversión, este cambio en la política monetaria representa un punto de inflexión que exige reconsiderar nuestras estrategias. Durante el periodo de tasas altas, muchos inversionistas nos acostumbramos a los rendimientos garantizados de instrumentos como CETES y pagarés bancarios, que ofrecían retornos superiores al 10% anual con riesgo mínimo.


Ese escenario está cambiando. Las inversiones en instrumentos de renta fija de corto plazo, aunque seguirán siendo parte importante de cualquier portafolio balanceado, comenzarán a ofrecer rendimientos cada vez menores. Esto nos obliga a buscar alternativas para mantener o mejorar los retornos de nuestro capital.


Tengo clientes que han mantenido el 80% de su portafolio en CETES durante los últimos dos años, disfrutando de rendimientos excepcionales con riesgo prácticamente nulo. Ahora se enfrentan a la difícil decisión de mantener esa estrategia conservadora pero con rendimientos decrecientes, o aventurarse en activos con mayor potencial de rendimiento pero también mayor volatilidad. No existe una respuesta única, como lo hemos hablado en entregas atenreriores, cada inversionista debe evaluar sus propios objetivos, horizonte temporal y tolerancia al riesgo.


Otro factor a considerar es el impacto de las tasas más bajas en el tipo de cambio. Históricamente, cuando el diferencial de tasas entre México y Estados Unidos se reduce, esto ejerce presión sobre el peso mexicano, favoreciendo una depreciación gradual frente al dólar. Para inversionistas con visión de mediano y largo plazo, esto puede representar una oportunidad para incrementar exposición a activos denominados en dólares, funcionando como una cobertura natural contra la posible depreciación cambiaria.


Debemos considerar que las empresas que dependen significativamente del financiamiento para su operación o expansión se verán beneficiadas por el menor costo del dinero. Sus márgenes de rentabilidad pueden mejorar, haciendo que sus acciones se vuelvan más atractivas para los inversionistas. Un ejemplo claro lo encontramos en el sector de la construcción y desarrollo inmobiliario, donde el costo financiero representa una parte sustancial de los gastos operativos.


¿Qué tipo de vehículos de inversión se favorecen en estos escenarios?


Ante la nueva realidad de tasas decrecientes, varios vehículos de inversión cobran

relevancia:


En primer lugar, las acciones de empresas con fundamentos sólidos tienden a beneficiarse en entornos de tasas a la baja. La teoría financiera nos explica que el valor presente de los flujos futuros de una empresa aumenta cuando la tasa de descuento (influenciada por las tasas de interés) disminuye. Sumado a eso, el menor costo de financiamiento puede impulsar el crecimiento corporativo y mejorar los resultados financieros.


He observado este fenómeno particularmente en empresas del sector financiero mexicano, como bancos y Sofipos que experimentan un doble beneficio: por un lado, el menor costo de fondeo mejora sus márgenes, y por otro, la mayor actividad económica que suele acompañar a las tasas más bajas impulsa la demanda de crédito. Empresas como BBVA o Nu bank más recientemente, son ejemplos de entidades que históricamente han respondido positivamente a estos ciclos.


Los instrumentos de renta fija de largo plazo, como bonos gubernamentales y corporativos con vencimientos mayores a cinco años, ofrecen una oportunidad interesante. Al comprar estos activos antes de que las tasas bajen significativamente, nos podemos beneficiar de la apreciación de su precio en el ercado secundario, además de asegurar rendimientos superiores a los que estarán disponibles en el futuro.


Por ejemplo: durante el ciclo bajista anterior, los inversionistas que compraron bonos a 10 años cuando las tasas comenzaban a bajar no solo aseguraron rendimientos superiores a los que eventualmente ofrecería el mercado, sino que también se beneficiaron de ganancias de capital significativas conforme las tasas continuaron su descenso. Esta estrategia, conocida como "jugar la curva de rendimientos", puede ser efectiva en el inicio de ciclos bajistas como el actual.


El sector inmobiliario tradicionalmente reacciona positivamente a las reducciones en las tasas de interés. Las propiedades se vuelven más accesibles para compradores que dependen de financiamiento, y los proyectos de desarrollo se tornan más viables económicamente. Como inversionistas, esto representa oportunidades tanto en bienes raíces directos como en vehículos indirectos como las Fibras (Fideicomisos de inversión en Bienes Raíces).


Precisamente respecto a este sector, Manuel Zepeda, analista inmobiliario, comentaba recientemente: "La sensibilidad del sector inmobiliario a las tasas de interés es tan marcada que podemos considerarlo un termómetro del ciclo monetario. Cuando las tasas comienzan a bajar, es momento de explorar oportunidades en este mercado".


Fondos de inversión especializados en mercados o sectores beneficiados por el ciclo económico expansivo, como tecnología, consumo discrecional y servicios financieros, pueden ofrecer rendimientos atractivos. La diversificación que estos instrumentos proporcionan permite mitigar riesgos específicos mientras nos exponemos a las tendencias generales del mercado.


También consideremos que las bajas en las tasas suelen coincidir con un mayor apetito por riesgo entre los inversionistas, lo que puede beneficiar a activos alternativos como capital privado, deuda privada y fondos de infraestructura. Estos vehículos, aunque menos líquidos, ofrecen primas de rendimiento que pueden ser atractivas en un entorno de tasas generalmente más bajas.


El ciclo de reducción de tasas de interés que estamos experimentando representa tanto desafíos como oportunidades para los inversionistas. Adaptarse a este nuevo entorno requiere visión, disciplina y disposición para explorar alternativas más allá de las zonas de confort que nos brindaron los instrumentos de bajo riesgo durante el periodo anterior.


En mi opinión personal, me atrevo a decir que he encontrado que la clave para navegar estos ciclos cambiantes no está en intentar predecir exactamente cuánto y cuándo bajarán las tasas, sino en construir un portafolio suficientemente diversificado que pueda beneficiarse del cambio de tendencia sin abandonar completamente las posiciones defensivas. La volatilidad es inevitable, pero también lo es la oportunidad.


Y tú, ¿Ya emprezaste a ajustar tu estrategia de inversión ante la tendencia de bajada de tasas?


Diego Alcalá, Director Operativo en Comprando América

 
 
 

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