La inflación es un fenómeno económico que ha afectado a todas las economías a lo largo de la historia. Muchas veces se percibe como una simple consecuencia de las dinámicas del mercado, pero la realidad es más compleja. En esta entrega, analizaremos la inflación como un fenómeno provocado, los efectos que tiene sobre la riqueza, cómo los activos pueden servir como resguardo y un escenario hipotético sobre cómo se podría detener la inflación, con una reflexión final sobre cómo los estímulos económicos contribuyen a la aceleración inflacionaria.
Inflación: un fenómeno provocado
La inflación, a primera vista, parece una respuesta natural de los mercados cuando hay desequilibrios entre la oferta y la demanda, al menos eso nos han querido enseñar, pero no podemos ignorar que también puede ser un fenómeno provocado por las decisiones de política monetaria y fiscal, lo cual es el caso reciente.
Cuando los bancos centrales, como la Reserva Federal de los Estados Unidos o Banxico en México, implementan medidas para aumentar la liquidez en el sistema financiero, ya sea a través de la impresión de dinero o de la reducción de tasas de interés, crean condiciones para que haya más dinero persiguiendo la misma cantidad de bienes y servicios. Esto provoca un aumento generalizado en los precios, o dicho de otra forma, este nuevo capital inyectado en el sistema busca refugiarse en activos y en el ciclo económico y el alza en el valor de los activos eleva los costos de cualquier cadena de valor o de suministro.
Entendiendo esto, sabemos que el proceso de la inflación no es aleatorio ni puramente una dinámica de mercado, responde a decisiones políticas. Un ejemplo claro es lo que pasa en épocas de crisis, los gobiernos y los bancos centrales buscan reactivar la economía mediante estímulos, inyectando dinero al sistema.
Aunque estas medidas pueden ser necesarias para evitar una recesión, también siembran las semillas de la inflación futura. En otras palabras, la inflación es, en muchos casos, una elección consciente que los bancos centrales hacen para manejar las fluctuaciones económicas a corto plazo, es por esto que tantos analistas critican e insisten en que los bancos centrales vienen “pateando la lata” desde hace años, pero en algún momento ya no será sostenible, para muchos ya ha dejado de serlo, pero no podemos realmente saber a lo que nos enfrentaremos.
La inflación como mecanismo de erosión de la riqueza
Uno de los efectos más importantes de la inflación es cómo erosiona la riqueza de las personas. A medida que los precios suben, el poder adquisitivo del dinero disminuye, lo que significa que cada vez se puede comprar menos con la misma cantidad de dinero. Este fenómeno afecta especialmente a quienes mantienen sus ahorros en efectivo o en instrumentos financieros de bajo rendimiento.
El caso clásico es la pérdida del poder adquisitivo. Ejemplo simple, si hoy puedes comprar una canasta básica por $2,000, en un año de alta inflación ese mismo conjunto de productos podría costar $2,200 o $2,400. Si tus ingresos no suben al mismo ritmo que los precios, estás perdiendo riqueza real. Para aquellos que tienen todo o casi todo su portafolio inversiones en activos de bajo riesgo, como bonos o cuentas de ahorro, la inflación puede eliminar por completo los supuestos beneficios generados, dejándolos incluso con pérdidas en términos reales.
Debemos considerar que la inflación no afecta a todos por igual. Las personas con ingresos fijos, como jubilados o trabajadores cuyos salarios no se ajustan rápidamente al aumento de precios, sufren más. En el caso contrario, aquellas personas que tienen acceso a activos como bienes raíces, acciones o inversiones diversificadas tienden a resistir mejor el embate inflacionario.
Activos como resguardo ante la inflación
Ante este panorama, los activos juegan un papel indispensable como mecanismo de protección contra la inflación. Los activos refugio, como el oro, bienes raíces o incluso ciertos bonos soberanos (de ciertas divisas en particular), tienden a mantener o aumentar su valor durante periodos inflacionarios.
Estos instrumentos actúan como reservas de valor porque no están tan directamente afectados por las fluctuaciones de precios de los bienes y servicios cotidianos. Al contrario, el exceso de capital en el sistema se refugia en forma de valor (que en realidad solo es un aumento de precio). – No porque el precio de algo suba es que haya un “aumento de valor intrínseco” – En esencia, los inversionistas buscan proteger su capital manteniéndolo en activos que se aprecien a largo plazo.
En entregas anteriores he hablado del ejemplo de los bienes raíces… la vieja receta de tierra y ladrillos que han demostrado ser una inversión sólida frente a la inflación. A medida que suben los precios, también lo hace el valor o precio de las propiedades, especialmente en mercados con demanda creciente. Asimismo, algunos metales, como el oro, han sido tradicionalmente vistos como un refugio seguro durante tiempos de inflación, ya que su valor o precio tiende a subir cuando las divisas tradicionales pierden valor adquisitivo.
No todos los activos son igualmente efectivos como resguardo contra la inflación. Aquellos que están denominados en divisas que pierden valor rápidamente, o en sectores volátiles, pueden sufrir aun más en este tipo de entornos. Por eso es insisto tanto en una buena estrategia de diversificación, que incluya tanto activos que generen ingresos como aquellos que preserven el valor a largo plazo. Considero que estamos en un entorno tanto económico, como político y social en el que el primer objetivo de los inversionistas debe ser el de protegerse a ellos, a su portafolio y por ende a su capital. Warren Buffet dice que hay 2 reglas para invertir con éxito:
1. No pierdas dinero y 2. No te olvides de la regla número uno
Un escenario hipotético para detener la inflación
¿Qué se necesitaría para detener la inflación? En un escenario hipotético, detener la inflación requeriría una combinación de medidas que frenen el exceso de liquidez en la economía y controlen la demanda.
Un primer paso sería que los bancos centrales aumenten las tasas de interés (esfuerzos que han hecho sin mucho efecto, pero que al priorizar no provocar una recesión, no tendrá mucho caso). Pero siguiendo con un escenario hipotético, tan hipotético como el pensar que los bancos centrales tomaran decisiones pensando también en el largo plazo, en este escenario de aumento en las tasas de interés el costo del crédito sube, lo que reduce el gasto de consumidores y empresas. Esto enfriaría la economía y disminuiría la presión inflacionaria.
Subir las tasas de interés no es suficiente por sí solo. También sería necesario que los gobiernos reduzcan sus programas de estímulos fiscales. La mayoría de las veces, estos programas, aunque bien intencionados, inyectan demasiado dinero en la economía, alimentando la inflación que se pretende combatir.
Otro aspecto a considerar sería el control de la expansión monetaria. En el pasado, algunos países han implementado políticas de restricción monetaria para evitar que se siga imprimiendo dinero sin respaldo. Esto suele venir acompañado de políticas fiscales más responsables, como la reducción del déficit público y el control del gasto gubernamental. Es importante decir que, en este momento, vamos literalmente en la dirección contraria.
Detener la inflación no es imposible, pero requiere decisiones difíciles. Aumentar las tasas de interés, reducir el gasto público y contener la expansión monetaria son medidas impopulares que podrían tener efectos recesivos en el corto plazo, situación que se ha querido evitar a toda costa.
El estímulo perpetúa la inflación
Mientras los gobiernos y bancos centrales continúen implementando medidas de estímulo, la inflación seguirá siendo un problema recurrente. Aunque estos estímulos a menudo son necesarios para evitar crisis económicas mayores, crean un ciclo en el que la inflación se alimenta a sí misma.
La clave estaría en encontrar un equilibrio entre el crecimiento económico y la estabilidad de precios. Sin embargo, mientras se siga priorizando el crecimiento a corto plazo a expensas de la estabilidad, la inflación continuará erosionando la riqueza de las personas y creando incertidumbre en los mercados.
Y tú, ¿Cuál creerías que es una alternativa realista para contener la inflación actual?
Diego Alcalá, Director de Operaciones en Comprando América
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