Hemos hablado de no confundir saber hacer dinero, con saber administrarlo, con saber multiplicarlo. Y muchos podemos llegar a pensar que alguien con grandes sumas de dinero debe ser muy bueno invirtiéndolo, pero a veces la historia nos demuestra lo contrario.
Ya conoces la frase: “Abuelo pobre, padre millonario, nieto miserable”. Y a pesar de formar parte de la jerga mexicana que se refiere a como las generaciones que menos esfuerzo pusieron para conseguir el patrimonio que poseen, suelen gastarlo rápidamente o administrarlo de maneras poco óptimas; hoy te presentare algunos datos que intentan analizar este fenómeno a profundidad.
Y no solo hablaremos de la mala administración del patrimonio, si no que entraremos a analizar algunos casos en los que se pierden riquezas completas, así que, aunque cueste trabajo creerlo, es bastante fácil desperdiciar grandes sumas de dinero. Y si no me crees, pregúntenle a los descendientes de los estadounidenses más ricos.
En el siglo XX, había alrededor de 4,000 millonarios en Estados Unidos. Si una familia con 5 millones de dólares en aquel entonces los hubiera invertido pasivamente en la bolsa de Estados Unidos y gastara razonablemente de él alrededor del 2% de su riqueza cada año, hoy tendría 16 mil millones de dólares. Si una cuarta parte de esas familias hubiera hecho lo mismo, hoy habría alrededor de 16,000 hogares multimillonarios tan solo en Estados Unidos.
Pero según Forbes, solo hay unos 730 multimillonarios en Estados Unidos (y hablo de Estados Unidos porque es donde se puede obtener data confiable), y casi ninguno de ellos heredó una riqueza trans-generacional. De hecho, menos del 10% de la lista actual de multimillonarios descienden de alguien que figura en la primera lista de ricos de Forbes, publicada en 1982.
Entonces, ¿a dónde se fue todo ese dinero?
La respuesta, está en la forma en que la gente invierte. Los Estadounidenses que están tan familiarizados con invertir en la bolsa, por lo general se centran demasiado en qué acciones comprar y vender y no lo suficiente en cuánto comprar. Podemos explicar esto con un ejemplo particular: En la década de 1990, se fundo Long-Term Capital Management (LTCM) y arrasó en Wall Street, obteniendo rendimientos del 30% anual en promedio. Hasta que dejó de hacerlo.
En 1998, el fondo LTCM, altamente apalancado, perdió 4,600 millones de dólares en menos de cuatro meses cuando estalló una crisis en Rusia. La Reserva Federal reunió a altos funcionarios de los bancos más poderosos del mundo y orquestó una recapitalización de la empresa por 3,650 millones de dólares, pero el fondo finalmente fue liquidado en el año 2000. El rescate que la reserva federal les intento brindar no fue suficiente para que el fondo saliera del agua.
La pregunta interesante es como los inversionistas con menor capacidad de inversión en comparación a estos grandes fondos, podemos aprender de sus errores pasados, así como preguntarnos ¿Qué se puede aprender de los errores de las familias más ricas de Estados Unidos?
Entonces, ¿Qué lecciones puede aprender todavía un inversionista del colapso de LTCM? La primer lección se trata de cuánto riesgo asumir. Al invertir, debes tomar dos decisiones: qué deseas comprar o vender y cuánto deseas comprar o vender.
LTCM tuvo buenas inversiones pero cuando les llego pregunta ¿Cuánto? contestaron mal, estaban demasiado expuestos. Si obtienes el ¿Qué? Y tomas una decisión incorrecta, pero la decisión sobre el tamaño es correcta, sigue siendo desafortunado y perderás dinero. Pero podrás continuar y encontrar mejores inversiones. El error es parte de la ecuación, lo importante es seguir jugando.
Pero si en el ¿Cuánto?, tomas una decisión equivocada, es catastrófico. LTCM es un gran caso de estudio en eso. Y se que en este punto te preguntaras que tiene que ver un caso aislado con tus inversiones, pero es aquí en donde llega la siguiente pregunta: ¿Cómo cometieron los mismos errores las familias más ricas de Estados Unidos?
Continuando con otro ejemplo, Cornelius Vanderbilt murió en 1877 con 100 millones de dólares y le dio 95 millones a su hijo mayor. En el año 1950, no había ni un solo Vanderbilt que fuera siquiera millonario. Eso es bastante increíble.
Pero también es bastante típico y se remonta a la pregunta del ¿Cuánto invertir?. El entorno de inversión durante los últimos 125 años no podría haber sido mejor. Era difícil no invertir en cosas que tenían rendimientos positivos. Pero esta gente se equivocó en sus decisiones sobre el tamaño de las inversiones que realizaba.
Asumieron demasiado riesgo en sus portafolios, principalmente por estar demasiado concentrados en muy pocas cosas y no tener suficiente diversificación. En algún momento comenzaron a ignorar la importancia del multifactor de diversificación, se cargaron mucho hacia una industria o una tesis, y en el momento que las cosas no salieron como ellos esperaban, un cuánto mal calculado los puso en una situación que ellos no pudieron imaginar, dicho de otra forma: No calcularon bien sus riesgos ni contemplaron el error como una variable.
Digamos que le garantizan a un inversionista que obtendrá un rendimiento anual promedio del 5%. Cada año habrá volatilidad: un año puedes ganar un 35% y el próximo año puedes bajar un 25%, pero a largo plazo se igualará hasta el 5%. Parece mucho, pero el riesgo empieza a comerse el rendimiento. Y es aquí donde entra el componente “engañoso” de los cálculos de rendimiento anualizados.
Digamos que inviertes 100,000 dólares y obtienes un retorno del 50% en un año. El año que viene pierdes el 50%. En ese momento, tu “rendimiento promedio” es cero, pero tú portafolio en realidad se redujo a 75,000 dólares. En este caso, por un error de terminología y de calculo, parece que saliste sin perdidas, pero en realidad estas 25% por debajo de tú inversión inicial.
Ese riesgo está perjudicando el rendimiento compuesto en el ejemplo del fondo que hablamos al principio de este análisis. LTCM tuvo un rendimiento promedio positivo durante sus primero años, pero experimentó una pérdida del 90% en 1998 y perdió casi todo su portafolio.
Estas familias millonarias de las que hablamos también tomaron malas decisiones de gasto o de estilo de vida. En su momento establecieron lo que parecía ser una política de gasto sostenible, y luego el mundo cambió y el valor de su portafolio de inversiones bajó y, de repente, ese nivel de gasto ya no era apropiado para el nivel de riqueza que tenían. Una vez que esto sucede, la desaparición de la riqueza es rápida. Tan rápida que la siguiente generación pasa de ser millonaria a no serlo.
La lección aquí es que determinar correctamente el tamaño de tu riesgo de inversión. Es quizás el calculo más importante cuando se trata de la sostenibilidad a largo plazo de tu estilo de vida y de tus gastos. Al final, creo que todos trabajamos por tener un mejor estilo de vida para nosotros y para los que nos rodean.
Entonces, ¿Cómo decides cuánto riesgo correr?
El objetivo básico es maximizar los resultados ajustados al riesgo, y algunas personas son más propensas al riesgo que otras. Por eso la respuesta es variada.
Debes pensar en el rendimiento esperado que ofrece el mercado y luego debes determinar qué nivel de exposición a activos de riesgo tiene sentido para ti y qué nivel de gasto respaldará de manera sostenible durante el resto de tu vida, o más allá si quieres dejar dinero a las futuras generaciones
Además de aprender que el cambio es una constante que todos debemos abrazar, creo que nos podemos detener a observar que tan certeros, por no decir arrogantes, somos a la hora de tomar decisiones patrimoniales. Detengámonos a calcular realmente que tanto estamos contemplando el error en nuestra ecuación.
Muy pocos se pueden imaginar que las familias muy ricas de hoy no lo serán dentro de 50 años. Pero los próximos 50 años serán diferentes a los anteriores. La naturaleza humana hace que las personas asuman demasiados riesgos o gasten demasiado y es posible que veamos el mismo patrón en las próximas décadas.
En última instancia, probablemente sea bueno para la sociedad que la riqueza se redistribuya con el tiempo.
Diego Alcalá, Director de Operaciones de Comprando América
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