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Fondos zombis

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Hace unos días, durante una conversación con un conocido sobre sus inversiones, me comentó que llevaba cinco años en un "fondo conservador muy seguro" que le prometía estabilidad y crecimiento constante. Cuando le pregunté sobre los rendimientos que había obtenido, su respuesta me dejó, por decirlo de una forma, impactado: después de cinco años, su capital apenas había crecido un 4% anual (fondo en dólares), mientras que durante el mismo período los CETES habían promediado cerca del 9%. Este es un ejemplo perfecto de lo que en la industria financiera conocemos como fondos zombis.


Un fondo zombi es aquel vehículo de inversión que técnicamente sigue operando, pero que ha perdido su razón de ser económica, y aquí tal vez le pisemos el callo a algunas aseguradoras pero qué más da, estamos aquí para cuestionar. Son productos que continúan existiendo no porque generen valor para sus inversionistas, sino porque representan una fuente constante de comisiones para sus gestores. Como dice Warren Buffett en la frase que creo que más he citado en los análisis más recientes: "Solo cuando baja la marea descubres quién ha estado nadando desnudo." Los fondos zombis son precisamente esos nadadores desnudos que la subida de tasas de interés ha dejado al descubierto.


Los fondos zombis no aparecen de la nada, son el resultado de décadas con un ecosistema perverso donde los incentivos están mal alineados. Las gestoras obtienen comisiones independientemente del desempeño del fondo, lo que crea una dinámica donde es más rentable mantener un producto mediocre funcionando que cerrarlo y devolver el dinero a los inversionistas.


El modelo de negocio es simple: cobrar entre 2% y 4% anual en comisiones de gestión sobre activos que generan rendimientos marginales. Si tienes un fondo de 100 millones de pesos que rinde 6% anual pero cobra 2.5% en comisiones, los inversionistas obtienen apenas 3.5% real, mientras la gestora recoge 2.5 millones de pesos cada año sin importar si el fondo realmente agrega valor.


Esta dinámica se perpetúa porque muchos inversionistas, especialmente aquellos con perfiles conservadores, confunden la baja volatilidad con la seguridad real. Un fondo que no fluctúa mucho en el corto plazo puede dar la sensación de estabilidad, pero si su rendimiento neto (después de comisiones) no supera la inflación, está eliminando sistemáticamente el poder adquisitivo del inversionista.


Identificar un fondo zombi requiere mirar más allá de las promesas de marketing y examinar los números fríos. La primera señal es un rendimiento consistentemente por debajo de alternativas pasivas equivalentes. Si un fondo de deuda corporativa rinde menos que los CETES después de comisiones, estás ante un claro caso de destrucción de valor.


La segunda señal es la opacidad en la estructura de costos. Los fondos zombis tienden a tener estructuras de comisiones complejas que incluyen gastos de administración, comisiones de gestión, comisiones por entrada y salida, y otros costos escondidos que pueden sumar hasta 4% anual. Cuando sumas todas estas comisiones, un fondo que promete 8% de rendimiento bruto puede entregar apenas 4% neto.


La tercera señal es la falta de transparencia en la estrategia de inversión. Muchos fondos conservadores zombis invierten en una mezcla poco sofisticada de bonos gubernamentales y depósitos bancarios que cualquier inversionista individual podría replicar directamente. Si la estrategia no es lo suficientemente compleja como para justificar las comisiones que cobra, probablemente estés pagando por algo que puedes hacer tú mismo.


Richard Thaler, premio Nobel de Economía: "la industria financiera es muy buena vendiendo productos complejos cuando los simples funcionarían mejor." Los fondos zombis son el ejemplo perfecto de esta dinámica, productos innecesariamente complejos que disfrazan su pobre desempeño detrás de jerga técnica.


Y a todo esto… ¿Por qué estamos hablando hoy de fondos zombis? Los fondos zombis nos enseñan varias lecciones importantes sobre lo que no debemos hacer con nuestro dinero.


La primera es que la aparente seguridad no equivale a preservación real de patrimonio. Un producto que no pierde dinero nominalmente pero que tampoco lo protege de la inflación es, en términos reales, una máquina de destruir riqueza en cámara lenta.


La segunda lección es sobre el costo real del dinero "seguro". Muchos inversionistas conservadores asumen que pagar comisiones altas es el precio inevitable de la tranquilidad, pero esto es un error conceptual.


Las verdaderas inversiones conservadoras, como los bonos gubernamentales directos, no requieren comisiones de gestión activa porque no hay gestión que hacer.


La tercera lección es sobre la importancia de entender completamente en qué estamos invirtiendo. Los fondos zombis prosperan en la ignorancia de los inversionistas que delegan completamente las decisiones sin hacer las preguntas correctas.


¿Cuál es exactamente la estrategia? ¿Cómo se justifican las comisiones? ¿Qué valor agregado proporciona la gestión activa?


He observado que los inversionistas que caen en fondos zombis suelen tener un perfil específico: buscan la tranquilidad emocional de "tener un experto manejando su dinero" más que maximizar sus rendimientos. Este sesgo psicológico es comprensible, pero es importante reconocer que estás pagando por tranquilidad emocional, no por performance financiera.


La buena noticia es que evitar los fondos zombis no requiere convertirse en un experto en inversiones o asumir riesgos innecesarios. Para inversionistas con perfiles conservadores, existen alternativas mucho más eficientes que entregan mejor relación riesgo-rendimiento.


Los bonos gubernamentales directos siguen siendo la opción más limpia para capital conservador. Los CETES, por ejemplo, ofrecen la misma seguridad que prometen los fondos zombis, pero sin las comisiones de gestión. Si buscas un poco más de rendimiento, los bonos corporativos de empresas sólidas pueden ofrecer 1-2% adicional con riesgo limitado.


Para quienes buscan mayor diversificación sin las comisiones excesivas, los ETFs de renta fija ofrecen exposición a canastas amplias de bonos con comisiones que típicamente no superan el 0.5% anual. La diferencia entre pagar 0.5% y 3% en comisiones puede parecer pequeña, pero compuesta a lo largo de una década representa una diferencia considerable en patrimonio final.


El principio fundamental que debes recordar es este: en inversiones conservadoras, cada peso que pagas en comisiones innecesarias es un peso menos en tu patrimonio final. Como la gestión activa rara vez agrega valor en mercados de renta fija eficientes, la estrategia más inteligente es minimizar costos y maximizar el rendimiento neto que te queda.


La diversificación inteligente tampoco requiere productos complejos. Una combinación de bonos gubernamentales, bonos corporativos de calidad, y una pequeña exposición a activos internacionales puede proporcionar la estabilidad que buscas sin alimentar a los zombis de la industria financiera.


Los fondos zombis conservadores representan uno de los peores tipos de destrucción de valor en las finanzas personales: lenta, silenciosa, y disfrazada de prudencia. Reconocerlos y evitarlos es una habilidad necesaria para cualquier inversionista que busque preservar y hacer crecer su patrimonio en el largo plazo.


Y tú, ¿Has revisado recientemente el rendimiento neto real de tus inversiones conservadoras, o podrías estar alimentando sin saberlo a algún zombi financiero en tus productos de inversión a largo plazo?


Diego Alcalá,  

Director Operativo en Comprando América

 
 
 

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