A lo largo de nuestras vidas, todos contraemos diferentes tipos de deudas. Algunas son financieras, como préstamos personales o hipotecas, otras son emocionales, como las promesas incumplidas. Pero hay una deuda que es inevitable y universal, una que, sin importar que tan inteligentes o precavidos nos creamos, todos pagaremos en algún momento: la deuda de la ignorancia.
En el contexto financiero, esta deuda no se encuentra en nuestros estados de cuenta, pero sus efectos pueden ser igual o incluso más devastadores. La deuda de la ignorancia es el costo de no saber, el precio de nuestras decisiones mal informadas y la cuota que pagamos por actuar sin comprender del todo lo que estamos haciendo. Lo irónico es que esta deuda no siempre se manifiesta de inmediato, pero su impacto es inevitable, tarde o temprano a todos nos llega.
El costo de no saber
Todos hemos tomado decisiones financieras que luego resultaron ser más costosas de lo que imaginábamos. Tal vez fue comprar una casa sin entender bien las tasas e interés, invertir en un negocio sin investigar a fondo o simplemente dejar dinero inactivo porque no sabíamos cómo ponerlo a trabajar. Estas decisiones, aunque comunes, suelen ser el reflejo de nuestra falta de conocimiento.
La ignorancia financiera tiene un costo enorme. En el corto plazo, puede llevar a oportunidades perdidas, como no invertir en un mercado en crecimiento porque nos daba miedo, o aceptar condiciones desventajosas porque no sabíamos que había alternativas mejores. En el largo plazo, puede representar miles, incluso millones, de pesos perdidos debido a malas estrategias de inversión o falta de planeación.
Un ejemplo claro es la inflación, que actúa como un enemigo silencioso. Muchos de nosotros sabemos que existe, pero no comprendemos del todo su impacto. Si dejamos nuestro dinero en una cuenta de ahorros con un interés bajo, en realidad estamos perdiendo poder adquisitivo año con año. ¿Por qué sucede esto? Por ignorancia, porque no entendemos que el valor del dinero en el tiempo se erosiona y no tomamos medidas para protegerlo.
Todos pagamos esta deuda
Una de las mayores lecciones que he aprendido es que la ignorancia no discrimina. No importa si eres un inversionista experimentado, un empresario exitoso o alguien que apenas empieza a gestionar sus finanzas: en algún momento, la falta de conocimiento te cobrará factura.
He visto a empresarios exitosos perder dinero porque confiaron ciegamente en asesores que no entendían los mercados. También he visto a familias endeudarse más allá de su capacidad porque no sabían cómo manejar sus créditos.
Incluso he sido testigo de inversionistas que, cegados por la codicia, pusieron prácticamente todos sus ahorros en activos de alto riesgo sin entender los fundamentos del mercado o sin investigar en donde estaban poniendo su dinero o a quien se lo estaban entregando.
La ignorancia también afecta a nivel colectivo. Como sociedad, pagamos la deuda de no educarnos en finanzas, ya sea en forma de ciclos de endeudamiento masivo, crisis económicas o mercados altamente especulativos. Si no entendemos cómo funcionan los sistemas financieros, estamos condenados a depender de quienes sí lo hacen, y eso nos coloca en una posición vulnerable.
La deuda de la ignorancia no siempre viene en forma de desconocimiento financiero, aveces es una ignoracia sobre la persona o las manos en las que ponemos nuestras inversiones o nuestro dinero. Si hablamos de invertir con una persona o de formar una sociedad, el costo de no conocer o no investigar a fondo la situación y el contexto de la persona que tenemos enfrente, puede llegar a ser sumamente delicado y costoso… Las sociedades y las inversiones requieren de un profundo proceso de diligencia para saber como maneja el conflicto la otra persona, reconocer sus valores o la falta de los mismos, entre otras cosas.
Reconocer el error: el primer paso para pagar nuestra deuda
Uno de los mayores obstáculos para superar esta deuda es nuestra renuencia a admitir que no sabemos. El ego es un compañero constante en nuestras decisiones financieras, y aceptar que hemos cometido un error puede sentirse como una derrota personal. Pero debemos cambiar este paradigma, ya que reconocer nuestra ignorancia no es un signo de debilidad, sino de fortaleza.
Admitir que no sabemos algo nos abre la puerta al aprendizaje. He aprendido que las personas más exitosas en el mundo financiero y profesional son aquellas que constantemente se cuestionan, buscan nuevas perspectivas y están dispuestas a reconocer cuando han tomado un mal camino. Como dijo ume dijo un mentor: "Es más barato reconocer tu ignorancia hoy que pagar por ella mañana".
Un buen ejemplo de esto se da en el trading. Los traders exitosos no solo toleran las pérdidas, sino que las analizan. Cada error es una oportunidad para aprender, para ajustar estrategias y para comprender mejor el mercado. En este sentido, reconocer el error es un paso esencial para transformar la ignorancia en sabiduría.
Tolerancia a la pérdida: un requisito para crecer
Aceptar la ignorancia también implica tolerar la pérdida. En el mundo financiero, las pérdidas son inevitables, pero cómo las manejamos define nuestro éxito a largo plazo. La tolerancia a la pérdida no significa resignarse a fallar, sino entender que cada contratiempo es parte del proceso de aprendizaje.
Uno de mis mayores aprendizajes es que las pérdidas financieras, aunque dolorosas, son temporales, pero las lecciones que dejan son permanentes. La clave está en no permitir que una mala decisión te paralice, sino en usarla para mejorar. No dejemos de tomar acción. Un error puede ser muy costoso, pero no aprender del error puede llegar a ser aún más costoso en el futuro.
Por ejemplo, Si inviertes en un activo que pierde valor, en lugar de lamentarte, pregúntate: ¿Qué no entendí antes de tomar esta decisión? Y ¿Cómo puedo asegurarme de no cometer el mismo error en el futuro? Este tipo de reflexiones te ayudarán a pagar tu deuda de ignorancia más rápido y con menos impacto.
Volviendo al ejemplo del trading; esta actividad no solo tolera el riesgo, lo acepta como una parte natural del proceso, además de que lo contempla en sus proyecciones, los buenos traders (al igual que los buenos inversionistas), saben que se van a equivocar, su visión esta en ganar más de lo que pierden, no en pretender ser perfectos y nunca cometer errores.
Piensa en el inversionista que más admires, puede ser desde Michael Saylor para los nichos o un Warren Buffet o Bill Gates hablando de nombres más populares y pregúntate… ¿Crees que nunca han tomado una mala decisión financiera en su vida o qué nunca en su vida han pérdido dinero en una mala inversión?
La ignorancia como motor de cambio
La deuda de la ignorancia no es algo que debamos temer, sino algo que debemos aceptar como parte de nuestro crecimiento. Nadie nace sabiendo, y todos cometemos errores en el camino. Lo importante es nuestra disposición a aprender y compartirlo. Este artículo puede sonar a platica motivacional, pero no pretende serlo, el trabajo en la mentalidad y la perspectiva de las cosas es de cada quién.
La ignorancia puede ser un motor de cambio poderoso si la abordamos con la mentalidad correcta. Cada error financiero es una invitación a investigar, a entender y a tomar mejores decisiones en el futuro. Un error hoy te debería hacer mejor mañana. No se trata de nunca fallar, sino de nunca dejar de aprender.
La ignorancia tiene un costo, pero también una solución. Aprender, reconocer errores y tolerar las pérdidas son las herramientas que tenemos para pagar esta deuda y avanzar hacia un futuro financiero más sólido. Porque al final del día, la deuda de la ignorancia no es más que una oportunidad disfrazada e innevitable.
Y tú, ¿En qué áreas de tu vida financiera estás pagando la deuda de la ignorancia? , ¿Qué decisiones has tomado por falta de conocimiento y cómo podrías evitar que eso ocurra de nuevo? Estas preguntas no son fáciles de responder, pero enfrentarlas es el primer paso para liberarte del peso de esta deuda.
Diego Alcalá, Director de Operaciones en Comprando América
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