Miedo a invertir
- Diego Alcalá
- 21 may
- 5 Min. de lectura

El miedo a invertir es un fenómeno que he observado repetidamente entre personas de todos los niveles socioeconómicos. Es una paradoja interesante: trabajamos incansablemente para generar ingresos, pero cuando se trata de hacer que ese dinero genere más dinero, nos detenemos.
El miedo a invertir generalmente tiene raíces complejas. La primera y más evidente es el miedo a la pérdida. Nuestra aversión a perder es desproporcionadamente más fuerte que nuestro deseo de ganar, los psicólogos económicos han demostrado que l dolor de perder $1,000 es significativamente más intenso que el placer de ganar la misma cantidad. Esto explica por qué muchos prefieren mantener su dinero en instrumentos con rendimientos por debajo de la inflación antes que arriesgarse a una pérdida nominal.
Pienso un cliente con un patrimonio considerable que mantenía más del 70% de sus activos en cuentas bancarias tradicionales, perdiendo poder adquisitivo año tras año debido a la inflación. Cuando le pregunté por qué, su respuesta fue: "Prefiero la certeza de perder poco a poco que el riesgo de perder mucho".
También pienso en Morgan Housel: "El mayor riesgo es evitar todo riesgo".
Otro factor es la falta de educación financiera. Nuestro sistema educativo no nos prepara para tomar decisiones de inversión informadas. Es comprensible que emamos entrar en un territorio desconocido donde las reglas parecen confusas y las consecuencias de los errores pueden ser costosas.
La influencia de experiencias personales o ajenas tampoco debe subestimarse. Quienes vivieron o escucharon historias sobre crisis económicas, fraudes financieros o pérdidas importantes, desarrollan una desconfianza natural hacia los mercados financieros. En México, eventos como el error de diciembre de 1994 o la crisis del 2008 dejaron cicatrices en la psique colectiva de los inversionistas.
Existe otro fenómeno que he notado frecuentemente: la complicación intencional del mundo financiero. La industria financiera a veces utiliza jerga técnica y estructuras complejas que intimidan al inversionista común, creando una barrera de entrada psicológica. Este "efecto mago" hace que muchos sientan que necesitan un conocimiento especializado para poder participar, cuando la realidad es que los principios fundamentales de la inversión son relativamente sencillos.
La desinformación en las inversiones
Si la falta de información es problemática, la desinformación es devastadora. Internet ha democratizado el acceso a la información financiera, pero también ha creado un ecosistema donde es difícil distinguir entre consejos legítimos y marketing disfrazado de educación.
Las redes sociales están plagadas de "gurús" financieros que prometen rendimientos extraordinarios con estrategias milagrosas. Estos personajes suelen mostrar estilos de vida lujosos como "prueba" de su éxito, pero rara vez revelan sus metodologías completas o los riesgos asociados.
Otra fuente de desinformación proviene de las propias instituciones financieras. Algunos asesores financieros, en su afán por vender productos, pueden presentar información sesgada que no necesariamente sirve a los mejores intereses del cliente. Hay casos donde bancos han vendido instrumentos complejos a personas que no entendían los riesgos involucrados, resultando en pérdidas importantes cuando las condiciones del mercado eran adversas.
Los medios de comunicación también contribuyen a la desinformación con su tendencia a enfocarse en eventos extremos. Las noticias sobre colapsos del mercado o fraudes masivos generan más atención que las historias sobre crecimiento constante a largo plazo. Esta cobertura sesgada crea la percepción de que invertir es más arriesgado de lo que realmente es cuando se hace con prudencia y conocimiento.
Lo peor que nos puede pasar invirtiendo
Para equilibrar estos efectos, considero importante dimensionar correctamente los riesgos de invertir. ¿Cuál es realmente el peor escenario posible? Depende del tipo de instrumento y las decisiones que tomemos.
Si invertimos en activos diversificados como fondos indexados o ETFs que siguen al mercado amplio, el peor escenario realista es una pérdida temporal que eventualmente se recuperará con el tiempo. Históricamente, los mercados han tenido tendencia alcista a largo plazo, a pesar de las caídas periódicas. Incluso las personas que invirtieron justo antes de grandes crisis como la de 2008 o 2021 habrían recuperado y multiplicado su inversión si simplemente hubieran mantenido sus posiciones y seguido invirtiendo regularmente.
Es muy famosa la anécdota de un inversionista americano que había invertido una suma considerable en un fondo indexado justo dos semanas antes del colapso de Lehman Brothers en 2008. Su portafolio perdió casi un 40% de valor en cuestión de meses. Pero en lugar de vender en pánico, mantuvo su estrategia e incluso aumentó sus aportaciones mensuales aprovechando los precios bajos. Para 2013, no solo había recuperado lo perdido, sino que su portafolio había crecido casi 3x por encima de su inversión inicial.
Si invertimos en activos individuales como acciones de una sola empresa, el riesgo aumenta considerablemente. La compañía podría desempeñarse como Tesla, llevando a una pérdida considerable del capital invertido. Este es un riesgo real, pero completamente mitigable mediante la diversificación.
El verdadero "peor escenario" para la mayoría de las personas no es perder dinero invirtiendo, sino no invertir en absoluto. La inflación erosiona constantemente el valor del dinero estacionado. Mantener todos tus ahorros en una cuenta bancaria tradicional durante años es garantizar la pérdida del poder adquisitivo de ese dinero. Este es un riesgo invisible pero devastador a largo plazo.
Cómo combatir el miedo a invertir
Superar el miedo a invertir nos va a requerir de una estrategia deliberada. La primera y más fundamental es educarnos continuamente. No necesitas convertirte en un experto financiero, pero entender los conceptos básicos te dará la confianza necesaria para tomar decisiones informadas, que es lo más importante.
Me atrevo a decir que, el conocimiento es el mejor antídoto contra el miedo. Constantemente veo cómo personas que inicialmente se sentían paralizadas frente a cualquier decisión de inversión gradualmente desarrollaban confianza conforme entendían mejor los mecanismos del vehiculo en el que invierten.
Comenzar con pequeñas cantidades también reduce la ansiedad que se genera antes de invertir. No es necesario invertir todos tus ahorros de una vez. Puedes empezar con cantidades que no te causen estrés perder (en el peor de los casos), permitiéndote familiarizarte con el proceso y las emociones asociadas. Esta "exposición gradual" es similar a cómo se tratan las fobias en psicología.
Automatizar las inversiones es otra estrategia efectiva. Establecer transferencias automáticas hacia instrumentos de inversión elimina la carga emocional de tomar la decisión cada mes. Con el tiempo, verás cómo tu patrimonio crece sin haber tenido que enfrentar la ansiedad de decisiones frecuentes.
La diversificación no solo es una estrategia financiera, sino también un excelente antídoto contra el miedo. Distribuir tus inversiones entre diferentes tipos de activos, sectores y geografías reduce el riesgo de pérdidas. La tranquilidad que proporciona la diversificación adecuada no tiene precio.
Encuentra un equilibrio entre estar informado y la sobreexposición a noticias financieras. Revisar constantemente el desempeño de tus inversiones o consumir noticias financieras alarmistas puede incrementar tu ansiedad sin traer beneficios.
El miedo a invertir es una respuesta natural en un entorno cada vez más complejo y a veces intimidante. Recordemos que el verdadero riesgo está en no hacer nada mientras la inflación erosiona silenciosamente el valor del dinero.
Y tú, ¿Estás dejando que el temor a lo desconocido te cueste oportunidades de crecimiento patrimonial?
Diego Alcalá, Director Operativo en Comprando América
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