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Riesgos invisibles


Hace unos meses, durante una conversación con un cliente que había construido un portafolio, al menos extenso y respetable en bienes raíces, me comentó algo que me dejo pensando: "Diego, tengo propiedades en tres estados diferentes, diversos tipos de inmuebles, y todos están generando renta. No veo cómo podría fallar esto." Su confianza era comprensible, pero también daba inidicios de algo preocupante: Estaba enfocado únicamente en los riesgos que podía ver.


Los riesgos invisibles son aquellos factores que pueden impactar negativamente nuestras inversiones, pero que no están en nuestro radar porque no los conocemos, no los entendemos completamente, o simplemente no los consideramos relevantes en el momento. A diferencia de los riesgos conocidos, como la volatilidad del mercado o los cambios en tasas de interés, estos riesgos se quedan en las sombras hasta que se manifiestan, muchas veces con consecuencias imprevistas.


Donald Rumsfeld, en una de sus frases más citadas, lo expresó perfectamente: "Hay cosas que sabemos que sabemos, cosas que sabemos que no sabemos, y cosas que no sabemos que no sabemos. Son estas últimas las que tienden a causarnos los mayores problemas." En el mundo de las inversiones, esta tercera categoría representa el mayor peligro para nuestro patrimonio.


Un ejemplo clásico de riesgo invisible se manifestó durante la crisis de 2008. Muchos inversionistas en bienes raíces estaban conscientes de los riesgos tradicionales: vacancia, deterioro de propiedades, cambios en el mercado local. Lo que no anticiparon fue cómo la interconexión del sistema financiero global, combinada con instrumentos complejos como los derivados hipotecarios, podría colapsar mercados que parecían completamente desconectados. Propietarios de inmuebles en mercados "seguros" vieron caer el valor de sus activos porque no consideraron el riesgo sistémico invisible que estaba en todo el sistema.


Otro riesgo invisible y fácil de observar en tiempos recientes, es el tecnológico. Recuerdo el caso de estudio de un empresario que había invertido un gran porcentaje de su patrimonio en centros comerciales durante los años 2000. Su análisis incluía ubicación, demografía, competencia local, todo impecable. Lo que no consideró fue cómo el comercio electrónico transformaría drásticamente los hábitos de consumo. No era un riesgo evidente en ese momento, pero su impacto ha sido muy negativo para muchas inversiones inmobiliarias comerciales.


Los riesgos regulatorios también suelen operar de manera invisible. En México, hemos visto cómo cambios en políticas gubernamentales o el estallido de problemativas sociales han afectado sectores completos prácticamente de la noche a la mañana. Las decisiones sobre el aeropuerto que no se construyo, la profunda deuda del país, las restricciones a las energías renovables, o los cambios en regulaciones financieras son ejemplos de riesgos que pocos inversionistas habían contemplado completamente en sus análisis.


La importancia de reconocer estos riesgos radica en que, por definición, tienen el potencial de generar los mayores impactos negativos en nuestros portafolios. Como menciona Nassim Taleb en "El Cisne Negro", los eventos improbables pero de alto impacto son los que realmente definen los resultados a largo plazo. Los riesgos visibles y conocidos ya están, de alguna manera, descontados en los precios de los activos. Son los invisibles los que pueden generar las mayores pérdidas porque nadie los está considerando.


Hoy en día concluyo que reconocer la existencia de riesgos invisibles requiere humildad intelectual. Quizás una de las mejores caracteristicas de un buen inversionista. Debemos aceptar que nuestro conocimiento es limitado y que siempre habrá factores que no estamos considerando. Esta mentalidad nos lleva a ser más cautelosos en nuestras decisiones y a buscar maneras de protegernos contra lo desconocido. Yo siempre invito a que recordemos que no somos tan inteligentes ni tan buenos como creemos.


Entonces, ¿cómo operamos sabiendo que no sabemos lo que no sabemos? La respuesta no está en intentar predecir todos los riesgos posibles, algo imposible por definición, sino en construir resiliencia en nuestros portafolios. La diversificación verdadera va más allá de tener diferentes tipos de activos; implica diversificar en geografías, sectores, estrategias, y horizontes de tiempo. También significa mantener liquidez suficiente para poder reaccionar cuando lo inesperado sucede.


Una estrategia que he encontrado particularmente efectiva es lo que llaman "planificación por escenarios inversos." En lugar de planificar solo para escenarios probables, dedico tiempo a pensar en escenarios menos probables pero posibles. ¿Qué pasaría si la inflación se dispara al 20%? ¿Y si el mercado inmobiliario en México colapsa? ¿Cómo afectaría a mi portafolio una devaluación severa del peso? Aunque estos escenarios parezcan remotos, el ejercicio me ayuda a identificar vulnerabilidades que de otra manera permanecerían invisibles.


La clave está en mantener siempre una postura defensiva, sin importar qué tan bien estén funcionando nuestras inversiones en el momento. Como dice Warren Buffett: "Solamente cuando baja la marea descubres quién ha estado nadando desnudo." Los riesgos invisibles son precisamente esa marea baja que revela nuestras vulnerabilidades ocultas.


El reconocimiento de riesgos invisibles no debe detenernos de tomar decisiones de inversión, pero sí debe mantenernos humildes y preparados. En un mundo cada vez más complejo e interconectado, la próxima crisis probablemente vendrá de donde menos lo esperamos.


Y tú, ¿Has considerado qué riesgos invisibles podrían estar amenazando tu portafolio en este momento?


Diego Alcalá,  Director Operativo en Comprando América

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