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10 maneras de perder tu dinero por no tener información

La información es poder (en la medida de tú capacidad de implementarla), especialmente cuando se trata de nuestras finanzas. En años recientes me he enterdado de innumerables casos donde personas inteligentes y trabajadoras perdieron sumas considerables de dinero, no por falta de dedicación o esfuerzo, sino simplemente por carecer de información importante en el momento adecuado. La ignorancia financiera tiene un costo real y, lamentablemente, son pocos los que dimensionan su impacto hasta que es demasiado tarde.



¿Por qué perdemos dinero?


Perdemos dinero por múltiples razones, pero la falta de información es la raíz de muchas de ellas. En esencia, tomamos decisiones con los datos que tenemos disponibles, y si estos son insuficientes o incorrectos, nuestras elecciones financieras estarán, inevitablemente, comprometidas.


Esta carencia informativa puede manifestarse de distintas formas. Algunas personas desconocen conceptos financieros básicos, otras no se mantienen actualizadas sobre cambios regulatorios que afectan sus inversiones, y muchas simplemente no saben cómo acceder a información confiable en un mundo saturado de consejos contradictorios. El sistema educativo tampoco ayuda, ya que típicamente no incluye educación financiera sólida (ni básica) en sus programas.


Sumemos el factor de que existe una asimetría informativa inherente en el mundo financiero. Las instituciones financieras, los asesores e incluso los vendedores de productos de inversión suelen manejar mucha más información que el inversionista promedio. Esta desigualdad crea un campo de juego desnivelado donde quienes menos saben están en desventaja.


El resultado es predecible: decisiones subóptimas, oportunidades perdidas y, en los peores casos, pérdidas importantes que pudieron haberse evitado con un poco más de conocimiento. Es por esto que, en la entrega de hoy daré 10 ejemplos de cómo podemos perder dinero por falta de información.


Desconocer el impacto de la inflación. He visto clientes que mantienen todos sus ahorros en cuentas bancarias tradicionales durante años, orgullosos de no haber "perdido" nada, sin comprender que la inflación estaba erosionando silenciosamente su poder adquisitivo. Un conocido mantuvo $2,000,000 en una cuenta sin rendimiento durante cinco años con inflación promedio del 5% (siendo conservadores), perdiendo efectivamente más de $500,000 en valor real sin siquiera darse cuenta.



Ignorar las comisiones ocultas. Muchos inversionistas no leen las letras pequeña de los productos financieros donde se esconden las comisiones. Recientemente, un amigo invirtió en un fondo que prometía rendimientos atractivos, pero no se percató que cobraba 3.5% anual en comisiones administrativas, más 2% de comisión por desempeño. Estos cargos consumieron prácticamente todo su rendimiento real.


No comprender los beneficios fiscales. Las implicaciones fiscales de diferentes vehículos de inversión pueden ser tremendamente significativas. Un empresario que conozco invertía consistentemente por fuera de un plan de retiro con beneficios fiscales, perdiendo aproximadamente 30% de su rendimiento potencial al no aprovechar las deducciones disponibles.



Caer en esquemas Ponzi por desconocimiento. La falta de conocimiento sobre cómo funcionan realmente los mercados hace que las personas sean susceptibles a esquemas fraudulentos. Un grupo de conocidos invirtió en una plataforma que prometía rendimientos del 70% anual "garantizados", algo imposible en el mercado legítimo. Todos perdieron su inversión cuando la empresa desapareció repentinamente.



Comprar seguros innecesarios o inadecuados. El desconocimiento del funcionamiento de los seguros hace que muchas personas contraten pólizas que no necesitan o que no cubren adecuadamente sus riesgos reales. Un familiar pagaba por un seguro de gastos médicos con cobertura insuficiente, descubriendo la brecha solo cuando tuvo una emergencia médica que lo dejó con deudas.


No diversificar por falta de conocimiento. La concentración excesiva de inversiones en un solo activo o sector incrementa dramáticamente el riesgo. Una familia que conozco invirtió todos sus ahorros en acciones de la empresa donde trabaja el padre, confiando ciegamente en su empleador, solo para ver evaporarse el 70% de su patrimonio cuando la compañía enfrentó dificultades.



Vender en pánico por no entender los ciclos de mercado. Muchos inversionistas, sin comprender que los mercados son cíclicos, venden en momentos de baja, cristalizando pérdidas que podrían haber sido temporales. Durante la caída de marzo de 2020, un inversionista vendió todas sus posiciones con pérdidas del 30%, solo para ver cómo el mercado se recuperaba completamente en los meses siguientes.


Dejarse llevar por modas de inversión sin análisis. La falta de conocimiento hace que muchos inviertan basándose en lo que está de moda o en recomendaciones de otros. En 2021, un grupo de jóvenes profesionistas invirtió en ciertas criptomonedas porque "todos lo estaban haciendo", sin investigar los fundamentos. La mayoría perdió más del 80% de su inversión en la corrección posterior.


No entender las condiciones de crédito. Los términos y condiciones de préstamos y tarjetas de crédito contienen información relevante que muchos no se molestan en leer. Una emprendedora firmó un préstamo para su negocio sin entender que tenía una cláusula de penalización por pago anticipado, lo que le costó miles de pesos adicionales cuando su negocio creció más rápido de lo esperado.



Ignorar el valor del tiempo en las inversiones. Muchas personas subestiman el poder del interés compuesto por no entender cómo funciona matemáticamente. Un joven que conozco decidió "esperar a tener más dinero" para comenzar a invertir, postergando sus inversiones durante 5 años. Este retraso le costó, conservadoramente estimado, más de un millón de pesos en patrimonio potencial al llegar a su jubilación.


¿Por qué estos ejemplos son relevantes?


Estos casos no son excepcionales bajo ningun concepto, ya que representan patrones recurrentes que afectan a millones de personas. Su relevancia radica en que ilustran cómo la falta de información no discrimina por nivel socioeconómico, educación o inteligencia. Incluso personas altamente calificadas en sus campos pueden tomar decisiones financieras desastrosas cuando carecen del conocimiento específico necesario.


Estos ejemplos evidencian que el costo de la ignorancia financiera no es teórico sino muy tangible. Cada error mencionado anteriormente representa dinero real perdido por personas reales, afectando sus planes de vida, su seguridad financiera y, en muchos casos, su bienestar emocional.


La buena noticia es que todos estos errores tienen algo en común: son prevenibles. Con la información adecuada, cada una de estas pérdidas podría evitarse. Esto destaca la importancia de la educación financiera como una inversión en sí misma, posiblemente la de mayor retorno que podamos hacer.


También revelan una verdad incómoda: en el mundo financiero, lo que no sabes puede costarte mucho. La ignorancia no es gratuita; tiene un precio específico que se refleja en oportunidades perdidas, decisiones subóptimas y, en el peor de los casos, pérdidas directas de capital.


Por último, estos ejemplos nos recuerdan que en finanzas, como en muchos aspectos de la vida, el conocimiento no es opcional sino esencial. La información financiera no es un lujo para unos pocos sino una necesidad para todos los que desean proteger y hacer crecer su patrimonio.


La próxima vez que consideres saltarte la lectura de un contrato financiero, ignorar la investigación sobre una inversión potencial o posponer el aprendizaje sobre conceptos financieros básicos, recuerda que la decisión de no informarte puede ser la más costosa que tomes.


Y tú, ¿Has experimentado pérdidas por falta de información? Y ¿Qué áreas de tu conocimiento financiero crees que necesitan reforzarse para proteger mejor tu patrimonio?


Diego Alcalá, Director Operativo en Comprando América

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